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      Es curioso como en la mayoría de las ocasiones nos preocupamos por la ordenación del paisaje más cercano a nosotros ignorando por completo aquello que esta más allá de las fronteras de nuestra ciudad y alrededores.

      Este fin de semana, tuve el extraño privilegio de asistir a un evento que se celebraba en un cortijo en mitad de alguna zona cercana al mar de invernaderos de El Ejido. No me preguntéis el donde, nome preguntéis el como y apenas el porque…pero en cuestión de media hora pase de un entorno urbano constituido a una serie de pueblos fantasmas diseminados a través de carreteras secundarias. Cuanto más avanzábamos, el caos y el desorden se apoderaban de todo: no había jerarquía, no había urbanismo…solo un bruto crecimiento natural basado en el máximo aprovechamiento de los cultivos.

      Cuando nos adentramos en aquel mar artificial, la situación parecía empeorar. Muros de plástico desgastado gris a ambos lados de la “calzada” y encrucijadas laberínticas que nos dirigían a los rincones más vericuetos de aquel laberinto sin minotauro. Cuando conseguimos llegar al cortijo, el espacio exterior que lo formaba era desproporcionado y angosto y no me quedo más que darle la razón a mi pequeño cuñado de diecisiete años que dijo:

       

      “ no se que es lo que pasa aquí pero…hay algo que está mal”

      Un mar de Plástico, el paisaje desde el espacio

      Os cuento esto moradores, porque me parece importante entender la labor del ordenamiento urbano. “El sueño de la razón produce monstruos” y en este caso, los monstruos son bestias blanquecinas que se extienden por todo lo largo y ancho del poniente almeriense; el mar de plástico lo llaman.

      Dicen que es este mar es más visible desde el espacio que la propia muralla china, y es curioso como un espacio de unas dimensiones tan colosales no esté dispuesto en unas condiciones de ordenación mínimas para el ser humano.

       

      Un mar de Plástico, el paisaje desde el espacio

      Sé que la condición de productividad prevalece sobre la calidad espacial; pero es curiosos como a medida que nos acercábamos al desorden la calidad del ambiente que nos rodeaba disminuía hasta el punto de crear entornos no aptos para el ser humano del siglo XXI. Todos los entornos urbanos cercanos a este mar carecían por completo de jerarquía, de cariño por el paisaje.

       

      Por eso estamos aquí, para estudiar y analizar todas estas situaciones empezando por el principio: nuestra propia casa; Almería.

       

      Sé que el tema “ciudad de invernaderos” dará mucho que hablar, de momento dejamos esta breve introducción para reflexionar sobre las virtudes del “buen hacer” en el paisaje.

      Un saludo moradores y bienvenidos a Paissano.